Para poder pagar en cualquier tienda con el teléfono debe disponer de conectividad NFC, que son siglas en inglés: “Near Field Communication”, es decir comunicación en proximidad. Se trata de una tecnología inalámbrica de corto alcance que sirve para el intercambio de datos entre dispositivos. Con este tipo de conectividad podemos efectuar la transacción bancaria con la TPV de la tienda (Terminal de Punto de Venta). Es la misma operación que hacíamos cuando pagábamos con tarjeta.
Para que el pago sea correcto, el teléfono del cliente y la TPV de la tienda deben situarse a una distancia corta (unos cuatro centímetros) para que se conecten. Una vez conectados el pago es automático si la cantidad es inferior a 20 euros. Si la compra tiene un importe mayor habrá que introducir un código PIN de seguridad.
Prácticamente todos los smartphone de gama media y alta fabricados a partir de 2014 cuentan con NFC. Para saber si tu teléfono lo tiene, basta con buscar en las características del modelo o comprobar si en los ajustes de conectividad inalámbrica está la opción NFC. En los teléfonos iPhone su conectividad NFC está limitada a su propia plataforma de pago “Apple Pay”.
Para poder pagar con el móvil debemos instalar una app que gestione nuestras transacciones. Si dispones de un teléfono Android, el requisito mínimo es una versión mínima de Android 4.4.
No todas las tiendas aceptan pagos por el móvil por tanto deberás preguntar si es posible este tipo de pago o buscar el símbolo correspondiente. A veces, la línea telefónica de nuestro teléfono debe pertenecer a una de las tres grandes operadoras: Movistar, Vodafone u Orange, ya que disponen de una SIM especial para alojar los datos cifrados de la tarjeta bancaria asociada.
Pagar con el teléfono móvil no supone ningún coste adicional para el cliente, cuesta lo mismo que pagar con una tarjeta, es decir, las condiciones que imponga la entidad bancaria a sus clientes con sus tarjetas y cuentas asociadas, pero no hay ningún sobrecoste por el hecho de pagar con el teléfono móvil.
Además, la seguridad es uno de los elementos que más se han perfeccionado para ofrecer la máxima confianza al cliente. El hecho de hacer la transacción con el dispositivo de la tienda y el smartphone a escasa distancia es una manera de comprobar que nadie va a interferir en la transacción, pero en caso de robo del móvil u otras circunstancias, con solo avisar a nuestro banco el servicio se suspenderá y nadie podrá comprar con nuestro teléfono.
A pesar del incremento de pagos por el móvil es difícil aventurar que a medio plazo desaparecerán los pagos tradicionales, ya que aún no se puede prescindir de las tarjetas bancarias. Además, es un método de pago muy relacionado con la tecnología digital que no todo el mundo domina, sin embargo, sí es cierto que un número cada vez más alto de consumidores utiliza el móvil para todo, incluido sus compras, y qué mejor forma de hacerlas que agilizarlas con un teléfono.
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