El olfato es una cualidad humana a través de la cual obtenemos distintas reacciones en función del olor que percibimos: trae recuerdos, despierta el hambre o hace desagradable algo, por poner unos ejemplos. Gracias a la tecnología y al marketing, el retail tiene a su alcance mediante el empleo de fragancias una forma de trasmitir sensaciones sobre su marca o sus productos y captar así a los consumidores. Esta estrategia del marketing resultará muy efectiva si se combina con otros aspectos sensoriales como pueden ser la iluminación, el sonido y los componentes físicos del establecimiento. Enlazar todos ellos correctamente provocará un mayor enlace emocional con los clientes. Diversas investigaciones se han realizado ya en este campo. Un ejemplo sería la que ha sido llevada a cabo por la Universidad de Washington: han establecido que las personas muestran una mayor atracción por olores como el limón, la menta y el abedul, los cuales consiguen recrear unas sensaciones de relajación y confort dentro de un local. Hay otros estudios que nos indican a que podría deberse el éxito del marketing olfativo. La clave se sitúa en los nervios receptores de la nariz, pues tienen un enlace directo a las zonas cerebrales en las que radican nuestras emociones y la memoria. A lo que se suma que el 75% de las emociones desprendidas por una persona en un día normal están relacionadas con el olfato. Todo ello hace entrever la gran sofisticación de la que goza este sentido, y como los olores que percibimos son un mecanismo con capacidad de influencia en el ánimo de los seres humanos, por lo que le convierte en un punto más a desarrollar dentro de los puntos de venta. Para que esta técnica se aplique en las tiendas de la mejor manera posible es recomendable tener claro el objetivo que pretendemos alcanzar, las sensaciones a despertar en el consumidor y también es importante tener presente la cultura local donde se ubica nuestra tienda, pues un mismo aroma puede tener un significado diferente en función a la región donde nos encontremos.